06/03/2018

Taxistas, autoescuelas y radares: todo lo que desaparecerá con el coche autónomo

El coche conectado no es aún una realidad, pero la velocidad a la que evoluciona la tecnología hará que a principios de la década que viene ya se vean los primeros vehículos sin necesidad de conductor de forma comercial.

Ya hay varias experiencias piloto en este sentido. Waymo, el coche de Google, ya circula en modo de pruebas por las calles de Arizona (Estados Unidos) y los vecinos de Estocolmo cuentan desde hace unas semanas -también en modo de pruebas- con el primer autobús conducido por una máquina.

Se trata de un avance, el del coche autónomo, que dejará herido de muerte a parte del ecosistema que actualmente forma parte del coche tradicional. Es una evolución lógica. En su día desaparecieron los caballos y los carruajes de las calles tras la llegada del coche propulsado a motor. Ahora sucederá algo parecido con diferentes elementos del mundo de las cuatro ruedas.

Taxistas y conductores de autobús: Muy presionados por el transporte colaborativo y las flotas de VTC (Vehículos de Transporte con Conductor), lo estarán más cuando el coche autónomo sea una realidad. Taxistas y chóferes no serán tan imprescindibles como ahora (Uber ya prueba junto a Volvo vehículos autónomos en Pittsburg, Estados Unidos). Está por ver el modelo de negocio que se plantea a futuro, pero no dejaría de ser llamativo que los taxistas o empresarios de VTC pudiesen hacerse con una licencia sin estar obligados a conducir.

Autoescuelas y carné de conducir: El sueño de todo estudiante era hasta no hace mucho sacarse el carné de conducir y comprarse un coche al cumplir los 18 años. La posibilidad de que el coche se conduzca solo elimina la primera de las obligaciones. Si bien es complicado que desaparezcan completamente las autoescuelas, tendrán menos demanda. Se dará la paradoja de que habrá quien pueda adquirir un coche sin saber conducir ni tener licencia.

Radares y multas: El coche autónomo estará conectado a un sistema inteligente en la nube que le permitirá saber dónde está cada vehículo en todo momento, así como los límites de la vía por la que transita. De igual forma, el sistema conocerá la velocidad del vehículo en todo momento. Como ya sucede con el sistema de control automático de velocidad que existe en prácticamente todos los vehículos nuevos que salen al mercado, el coche autónomo permitirá configurar la velocidad para que el coche circule siempre por debajo del máximo establecido en cada vía. Tampoco tendrá sentido el volante.

Controles de tráfico: Los controles de tráfico se verán reducidos drásticamente por lo expuesto anteriormente. La nube de datos de todos los vehículos incluirá, además de su posición, el estado del seguro del coche, la licencia de su propietario -si apuesta por el modo de conducción manual o mixto- y el pago de los correspondientes impuestos.

Semáforos: En el futuro es razonable pensar que esa inteligencia global reconocerá dónde existe un paso de cebra y si hay transeúntes a la espera de cruzarlo, frenando automáticamente para cederles el paso.

Accidentes de tráfico: Todos los estudios auguran una reducción drástica de los accidentes de tráfico cuando el coche autónomo sea una realidad. Su velocidad de respuesta será muy superior a la de un humano. En el alero queda la polémica: ¿a quién debe dar preferencia el sistema si hay que elegir entre la vida de dos conductores?

Atascos: El tráfico gestionado de forma global permitirá reducir la congestión en las grandes ciudades, aunque hay que tener en cuenta que habrá vehículos que nunca estarán aparcados. Es el caso de aquellos que se destinen al transporte de personas (VTC, autobuses o taxis), que realizarán cada trayecto o carrera enlazando unos viajeros con otros, sin necesidad de aparcar salvo para repostar.

Fuente: vozpopuli.com

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